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sábado, 6 de julio de 2019

Nada por aquí, nada por allá.



Cuando hablamos de nudismo suelen surgir muchos miedos, desde que es antihigiénico andar desnudo hasta que lo que se busca es provocar. Mónica Quesada Juan nos ayuda a desterrar esos mitos y nos habla de los beneficios del naturismo para mujeres y hombres


Los beneficios de estar desnudos


Imagínate sobre tu toalla, ninguna prenda apretando tu piel, en contacto total con todo lo que te rodea. Oyes a tu alrededor el murmullo del agua y pensar en su contacto con tu piel hace que un escalofrío de placer recorra tu cuerpo. Levantas la vista y observas con alegría como cualquier cuerpo, vivido en su plenitud, es bello.

Ahora vuelve a imaginarte la misma situación sólo que con un “pequeño” cambio: llevas bañador, lo que equivale a que a veces te aprieta, si está húmedo es muy incómodo y cuidando que no se vea nada “indebido” fuera de él. En resumen, un engorro.



Cuando hablamos de nudismo suelen surgir muchos miedos, desde que es antihigiénico andar desnudo hasta que lo que se busca es provocar. Pero parémonos a pensar un momento: hablando de higiene, ¿no será más antihigiénico (e incómodo) andar con una prenda mojada? Es más, por regla general, en zonas naturistas se suele usar toallas o telas para sentarse en sitios compartidos, tanto por salud propia como por ajena.

Por otro lado, encontramos el argumento de que las personas que realizan nudismo lo hacen para exhibirse y provocar. Si alguien se quiere exhibir, lo puede hacer de muchas maneras; desnudarse es una de ellas, pero ni mucho menos la única. Y por supuesto que habrá mucha gente que lo haga por ese motivo; al igual que habrá muchísima gente que lo haga porque está más a gusto así, en contacto con su propio cuerpo sin telas de por medio.



Y así llegamos a la razón que más incondicionales suele tener: la gente que hace nudismo es porque quiere provocar. Eludir la responsabilidad es una costumbre que da lugar a muchos errores. Un cuerpo desnudo, por sí solo, no provoca. Tiene que haber, necesariamente, unos ojos que miren y que reaccionen a esa escena. Y cuando hablamos de provocar, algunas personas se creen con el derecho de opinar sobre ello. Si partimos de la base de la responsabilidad, de la que hablamos antes, esto último pierde sentido. Por ejemplo, imagínate que a mí me gustan los helados. Y con este calor, me gustan aún más. Y, andando por la calle, veo a alguien con un helado gigante de tres sabores. Si actúo como decíamos antes, tengo derecho a:

– Quitárselo o darle un lametón, porque es culpa SUYA que a mí me guste el helado.

– Pegarle cuatro gritos y decirle que se vaya inmediatamente de mi vista, que a mí me provoca su helado.

Curiosa escena, ¿verdad?




Y lo que más curioso me resulta es la idea de que practicar nudismo atenta directamente contra nuestra autoestima. Por un lado, algunos hombres temen entrar en comparación genital con otros y salir malparados; y las mujeres temen no tener el cuerpo correcto para mostrar. Pero el mayor problema que hay en estas ideas es que el foco de atención es totalmente externo. Si movemos dicho foco desde lo que pensarán los demás a cómo me siento yo, apostaría todo mi reino sin temor a perderlo a que todo el mundo sería nudista.

Pero si aún así quieres mantener el foco fuera, te darás cuenta que sus cristales están totalmente distorsionados por nuestra cultura: tanto hombres como mujeres, al entrar en terrenos libres de textiles, observan cómo aquello que pensaban que iba a desentonar es uno más de tantos; de hecho, lo que es menos habitual es la imagen corporal que vemos en los medios. Así pues, todas esas dudas se disipan y la autoestima es más probable que aumente. 




Ya lo dice Paul Fussell: “un corto tiempo en playas naturistas persuadirá a la mayoría de las mujeres de que su busto y su cadera no son ‘anormales’ como ellas piensan cuando están solas, espantadas por el espejo, sino totalmente naturales. Las anormales pasan a ser las criaturas inexistentes representadas en la pintura y la escultura. Lo mismo ocurre con el hombre: si piensa que la naturaleza ha sido injusta con usted en el reparto de anatomía sexual, pase algún tiempo entre naturistas. Aprenderá que todos los hombres se ven más o menos igual, y que los ‘atributos heroicos’ son deformidades”.

Y, por supuesto, uno de los mayores temores masculinos es que se produzca una erección. Es curioso como en una sociedad hipersexualizada se castiga cualquier manifestación corporal. La erección del pene es natural, así como la erección de los pezones. Si se produce, la opción es vivirla como lo que es, algo natural, no hay que hacer nada con ella, no hay que manejarla. Vívela sin más.




Lo que está claro es que el nudismo, ante todo, provoca una liberación mental y corporal. Te ayuda a entrar en contacto contigo, a aceptarte tal y como eres. Es más, en zonas nudistas desaparecen las exigencias del canon de belleza, todos los cuerpos son bellos porque son libres. Dan igual los tamaños, los pesos y las edades: todos los cuerpos encuentran la belleza que da la libertad. La ropa no hace más que deformar lo que es natural. La satisfacción de no tener que tapar lo que es tuyo es placer en estado puro.

Y ya lo decía RuPaul: Nacemos desnudos, el resto es travestismo.




Fuente:
https://www.pikaramagazine.com/2011/08/nada-por-aqui-nada-por-alli-afinando-el-organo/

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