sábado, 26 de septiembre de 2020

¿El fin de las playas nudistas?

Después de un verano difícil y diferente a todos los anteriores como consecuencia de la pandemia de Covid 19 en el que, más que nunca, las playas nudistas han sido invadidas por textiles, queremos compartir este fantástico artículo de Xavier Rius Sant, publicado en "elTriangle".

En el artículo argumenta algunas de las causas de este problema en las playas de Cataluña y Baleares, que podrían ser comunes a otros sitios, aunque según la idiosincrasia del lugar, también se podrían añadir otras diferentes y vuelve a poner de manifiesto la necesidad de que los ayuntamientos rotulen el carácter nudista de la playa además de que, sería necesario y deseable, que la gente que acude a ellas respetara, como hacía antaño, el carácter nudista de esas playas. 

Esperamos que os guste el artículo y que, si os apetece, comentarais otros motivos de este problema y cómo creéis que se podría frenar.






En Catalunya, las Baleares y toda la costa del litoral mediterráneo hay o había muchas playas y calas donde desde finales de los años setenta se practica nudismo. Práctica que se fue extendiendo y para algunos forma parte de una filosofía de vivir, para otros una cuestión de simple sentido común. Del mismo modo que cuando te duchas no lo haces con ropa interior, tampoco tiene sentido bañarte en el mar y tomar el sol con un prenda de ropa.




En Catalunya y las Baleares se popularizó la práctica del nudismo en un momento en que la presión turística y la ocupación de las playas era menor a la de los últimos años. El nudismo se normalizó en muchas calas, a menudo más apartadas y parte de muchas playas largas gracias a turistas extranjeros, sobre todo nórdicos y alemanes, países en los que hay una práctica habitual del baño desnudo en colectividad en saunas, lagos y ríos. Y también gracias a muchos jóvenes de aquí considerados hippies y a seguidoras de ideas ecologistas, libertarias y de la izquierda menos ortodoxa. En la Costa Brava se implantó en calas más apartadas o en tramos más alejados de los aparcamientos de las playas largas. Y tanto en Menorca como en Ibiza y en Formentera se extendió por toda la isla. Y afortunadamente el nudismo se popularizó entre mucha gente de todos los sectores e ideologías.






Las playas nudistas ya no eran sólo las más alejadas del casco urbano o aquellas en las que tenías que andar un buen rato. A veces, playas muy concurridas eran nudistas a partir de una determinada roca que hacía de separación que unos y otros respetaban. Y era normal que muchos practicantes del nudismo iban acompañados de personas que no lo hacían. Quiero decir que no pasaba nada si había alguien en bañador con un grupo de nudistas, a menudo adolescentes o algún familiar vergonzoso. Y en muchos municipios los ayuntamientos lo señalizaron, e incluso las policías municipales podían hacer de vez en cuando un servicio para echar a los mirones ocasionales.




En las playas nudistas también se daban tres hechos vinculados al gran respeto con que se practica. Habitualmente son o eran mucho más tranquilas, aunque estuvieran muy concurridas. Es o era habitual ver desnudas a mujeres con mucha obesidad que se bañaban y tomaban el sol sin ropa, sin sentirse enjuiciadas ni criticadas, con un respeto que quizás no sentirían si iban en bikini a la playa llamada textil. Y también había muchos homosexuales desnudos que se podían abrazar dentro del agua o darse un beso estirados en la toalla con la misma normalidad que lo hacían las parejas heterosexuales, sin tener que oir reproches como que no se hicieran besos allá porque había niños.




Pero si la masificación y las barcas fue arrinconando y eliminando el nudismo en gran parte de Menorca, la sustitución en Formentera del turismo alemán y nórdico por el italiano, expulsó esta práctica en un par de veranos. No quiero decir que no hubiera italianos que hacían nudismo, pero era una tipología de turista que habitualmente iba en familia o sin buscar un rebaño al que juntarse al llegar el primer día al hotel.




La escena en Formentera era esta. En una cala de unos cien metros de largo había una veintena de personas, la mayoría desnudas o los nudistas en una banda y los textiles en la otra. Y llegaban en poco tiempo a media mañana una treintena de parejas italianas en moto, que muchos de ellos se acababan de conocer en el hotel y habían acordado ir en grupo a aquella playa. Los hombres todos con bañadores largos, y las mujeres todas en bikini, sin hacer ninguna de ellas ni siquiera topless. Llegaban con un gran griterío, empezaban a jugar a pelota molestando, algunos llevaban aparatos de música, y si iban hombres sólos no tenían ningún problema para ponerse junto a mujeres que hacían nudismo. Y, poco a poco unos nudistas se iban hacia las rocas, otros se ponían el bañador y muchas mujeres la parte de abajo del bikini.




Como el nudismo era una práctica que crecía en Catalunya y además atraía a un tipo de turista tranquilo y respetuoso, en muchas localidades catalanas, a menudo a petición de los usuarios locales, se impulsó que hubiera alguna playa nudista señalizada en el municipio. En Barcelona en 1997 el Ayuntamiento creó una playa nudista en la Mar Bella, levantando una duna con vegetación que separara visualmente el paseo de la gente que se bañaba y tomaba el solo desnuda, y resultó ser un éxito. Pero siete años más tarde el consistorio tomó un decisión que dio una estocada de muerte a aquella playa urbana como zona nudista. Confundiendo el hecho de que entre los nudistas hay usuarios gays que hacen nudismo sin sentirse criticados, otorgó la concesión del chiringuito de aquella playa a un bar de ambiente gay que pasó a formar parte del circuito gay internacional de Barcelona. Y de golpe y porrazo la playa fue invadida cada día por centenares de homosexuales masculinos extranjeros con bañador de última tendencia, que iban allí como lugar para conocer gente. Y pasó de ser una playa de hombres y mujeres, también familias y niños que hacían nudismo, a ser una playa casi exclusiva de hombres, la mayoría gays y con bañador "mirando si me miras".




Pero la estocada que están viviendo ahora las playas de tradición nudista, es que mientras hace diez o treinta años se respetaban, quiero decir que no eran ocupadas por familias, parejas y grupos de jóvenes no nudistas, desde hace unos cuatro o cinco años playas históricamente nudistas, como la cala de Illa Roja en Begur y Palss, la Cala Bona o Waikiki en Tarragona y buena parte de las playas nudistas de la Costa Brava y todo el litoral catalán, a pesar de estar indicadas como playas nudistas, están siendo ocupadas masivamente por grupos, familias y personas y grupos que llegan en barca que no hacen ni nudismo ni topless. Y este año con la Covid-19, la situación ha empeorado. No han venido los turistas extranjeros que sí hacían nudismo e iban a aquel playas a hacerlo, y tampoco han venido los turistas europeos que no hacen nudismo y por tradición cultural acostumbran a respetar las indicaciones. Y si no pensaban hacer nudismo no iban a las playas señalizadas nudistas. Y se ha dado el hecho que muchas de las playas señalizadas nudistas han sido invadidas masivamente por familias autóctonas y grupos de jóvenes que no hacen ni nudismo ni topless.




Esta problemática tiene una difícil solución dado que mientras sí se puede sancionar a quien se baña desnudo en una playa no nudista, no hay ningún marco legal para prohibir ir en bañador a una playa nudista. El Síndic de Greuges, Rafael Ribó, después de estudiar la problemática a petición de las asociaciones naturistas, pidió a los ayuntamientos que señalen y rotulen más claramente las playas nudistas. Pero con esto no hay suficiente, porque para muchas familias, grupos de jóvenes y de homosexuales masculinos que no hacen nudismo, mola mucho ir en grupo a las playas nudistas. Y un servidor que hace nudismo, sintiendo comentarios de grupos familiares y de grupos de hombres gays que no hacen nudismo, sobre "aquella gorda en bolas con la barriga colgando", sobre aquellos "que van depilados" o sobre aquellos "que no van depilados", añoro aquellos dos o tres mirones autóctonos de edad avanzada o inmigrantes que se ponían en las rocas del fondo a mirar, y te hacían pensar que la especie humana, con los años y con más educación, evolucionaba.

Xavier Rius Sant
Periodista freelance y escritor catalán, especializado en temáticas de derechos humanos, conflictos internacionales, mundo árabe, inmigración, ultraderecha y terrorismo.


Fuente: https://www.eltriangle.eu/es/opinion/el-fin-de-las-playas-nudistas_107125_102.html

Las fotografías no pertenecen al artículo y proceden de google, si encuentras una tuya y no quieres que esté en nuestro blog, avísanos y lo eliminaremos.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

El desnudo en el arte. Esos locos bajitos.


Siguiendo con la serie de artículos referidos al desnudo en el arte hoy le ha tocado el turno a “esos locos bajitos” que cantaba Serrat.
LA RISA DEL MAR Rebolledo, Benito (1880-1964) 1908
LA RISA DEL MAR
Benito Rebolledo
1908

Es bastante complicado encontrar pinturas de niños y niñas desnudos, supongo porque no es, en el mercado del arte, pintura que pueda venderse fácilmente. Por otro lado, pesan mucho también los prejuicios y las reticencias a meterse en estos terrenos pantanosos que siempre puede conducir a malas interpretaciones. 


Así y todo tenemos grandes artistas que se han atrevido con el tema con resultados sublimes, es el caso de Joaquín Sorolla a quién hemos recurrido en numerosas ocasiones para ilustrar nuestros artículos, porque refleja claramente la esencia de la libertad de ir desnudos en situaciones lógicas y cotidianas.

CHICO EN LAS ROCAS, JAVEA
Joaquín sorolla
1905
Tengo la suerte de contar en mi grupo de amigos a familias jóvenes con niños pequeños y cada vez que tenemos la oportunidad de compartir unos días juntos, disfrutando de la amistad que nos une, es una maravilla ver como los niños y niñas se lo pasan a lo grande estando desnudos al igual que los mayores.

Ellos han nacido y crecido en familias nudistas y es lo más natural del mundo compartir los juegos con sus amigos con la total libertad que les da el ir sin ropa. No se lo piensan, están esperando ansiosos el momento de encontrarse con sus amigos y jugar y reír con otros niños que en este entorno también van desnudos. No hay pudores, no hay vergüenzas, sus cabecitas están libres de toda esa carga represora en lo referente a sus cuerpos que ya se encargará la sociedad de inculcarles. Pero los niños que nacen y crecen en familias nudistas ya van vacunados contra esos complejos, y si quizá en la adolescencia vuelven a lo textil, siempre defenderán que nada tiene de malo el nudismo.

CHILDREN BATHING
John Singer Sargent

Como dice Macarena en el artículo: A la playa en familiaA los niños todas esas cargas morales que tenemos instaladas los adultos les importan poco, siempre que no se las hayamos instalado nosotros en sus cabezas.”  Ellos solo quieren jugar, y ser niños y si han crecido en un entorno donde el ir sin ropa no es algo que se relacione con algo malo ni pecaminoso no lo entienden como tal.

NIÑOS JUGANDO CON CANGREJOS
Thomas Pollock Anshutz



Algunos artículos se han escrito en este blog y en otras publicaciones sobre las cargas morales que arrastramos por el hecho de pertenecer a una sociedad que se rige por normas históricamente establecidas. Son normas que aceptamos o no los adultos para poder convivir en sociedad. Algunas son fundamentales para una buena convivencia, otras son relativas y afectan a la libertad de cada individuo a vivir como más le guste. Si a nuestros niños y niñas les demostramos con el ejemplo que nuestros cuerpos no tienen nada de malo ni pecaminoso ellos crecerán con esa idea y aunque luego la vida les haga elegir, lo harán sobre la base firme de no avergonzarse de sus cuerpos.

NIÑO DESNUDO EN LA PLAYA
John Singer Sargent

Pero el propósito de este artículo es indagar un poco en la pintura que exprese estos conceptos y formas de entender la libertad de ir sin ropa desde la mas tierna infancia.

Especial atención quiero dedicar al pintor Benito Rebolledo Correa, Chile (1880-1964) que he descubierto en esta búsqueda. Su obra se ha vinculado muy estrechamente al estilo de Sorolla.

INES
Benito Rebolledo 

NIÑOS EN LA PLAYA DE CORREA
Benito Rebolledo 

LA BAÑISTA DE CORREA
Benito Rebolledo 

LA BRISA DEL MAR
Benito Rebolledo 

Espero que la selección que he elegido os guste y disfrutéis tanto como yo de esas magníficas pinturas.

Quique

Fuentes: Todas las imágenes están sacadas de Google.

domingo, 6 de septiembre de 2020

Ama tu cuerpo 2020. Descubriendo todo para la positividad corporal. (II parte)

Continuamos con las declaraciones restantes publicadas para la quinta edición anual de Love Your Body  en la revista Toronto's Now, con un espíritu de positividad corporal.


Roxy Menzies, instructora de movimiento corporal
"Un día, mi hija mirará esta foto y se dará cuenta de que ella también está allí".




Tengo 37 semanas de embarazo de una hija. Me maravilla lo que mi cuerpo está pasando, de lo que es capaz, la fuerza que posee y la vulnerabilidad que tiene. En el pasado, me sentía más cohibida por mi tamaño, mi trasero o cómo me vería en algo. Pero con el embarazo, me he dado cuenta de que hay cosas más importantes que preocuparse por el aspecto.

Hace tres años, tuve una pérdida a las 20 semanas. En ese momento, sentí que mi cuerpo nos había defraudado a mí y a mi hijo. Lo vi tomar su primer y último aliento. Aunque sólo estaba embarazada de cinco meses, tu cuerpo se aferra al embarazo por un tiempo.

Hoy en día es más común que las mujeres hablen sobre la pérdida del embarazo o la infertilidad, pero incluso los familiares y amigos cercanos se sienten incómodos o evitan el tema. En ese momento, me encontraba en un ambiente que tenía una actitud de "Supéralo y sigue adelante", y fue literalmente sólo un par de meses después de que ocurriera. Era un sentimiento de aislamiento y, mirando hacia atrás, desearía haber buscado más apoyo. 

Aunque este embarazo va muy bien, tenía mucho miedo, especialmente al principio. Siempre daba un suspiro de alivio en cada cita cuando todo estaba bien. El miedo es cada vez menor, pero siempre está presente en el fondo de mi mente. Por eso me hablo a mí misma de confiar en mi cuerpo, confiar en mi hija y confiar en el universo y en Dios. No es fácil, ya que parte de esa confianza se sintió rota hace tres años. 

Solía ser una bailarina profesional e iba a clases de baile incluso con ocho meses de embarazo. Se lo decía a los profesores de antemano y podía ver el miedo en sus ojos. Pensaban que iba a dar a luz en su clase. Pero yo sólo quería mover mi cuerpo. Era divertido ver lo que todavía podía hacer y lo que no podía hacer. Quería aprovechar cada oportunidad para explorar cómo es este cuerpo, aceptando todos los cambios. 

Un día mi hija mirará esta foto y se dará cuenta de que ella también está en ella. Puede que piense: "¡Vaya, mi madre estaba un poco loca!" pero espero que también la inspire en su camino hacia una relación física y emocional saludable con su cuerpo.

Todo el asunto de la "imagen corporal" nunca se termina. Es un trabajo en progreso. Pero espero que mi hija, y todas las demás chicas que vengan, sean aún más fuertes.




Juan Medina, profesional de salud pública.
"No quiero esconderme y no quiero sentir más culpa o vergüenza sobre quién soy y cómo me veo".




Siempre he sentido culpa y vergüenza en mi cuerpo. Eso tiene que ver con los diferentes mensajes que recibí mientras crecía, ya sea de mi cultura, mi religión o de mis compañeros que tenían cosas negativas que decir sobre mi apariencia. Al tratar de entender mi sexualidad, todo se mezcló para crear esta terrible percepción de mí mismo. 

Cuando empecé a tratar de entender todas las diferentes facetas de mi identidad, me di cuenta de que había conectado muchas de ellas a la imagen corporal. 

Uno de los recuerdos más fuertes que tengo fue a los tres años. Experimenté quemaduras de tercer grado en la parte superior de mis muslos y en la sección media. Corría por la cocina, me tropecé con una estera, golpeé la estufa y una olla de agua hirviendo se volcó y cayó sobre mí. 

Recuerdo que siempre miraba mis cicatrices y me sentía culpable por el dolor y la angustia que les causaba a mis padres. Tengo una hermana gemela, y mis padres tuvieron que dividir su tiempo entre las ciudades porque me llevaron a un hospital en un lugar diferente. 

Ser latino conlleva un énfasis en la masculinidad, tanto por tener un tipo de cuerpo ideal como por no mostrar debilidad o emoción. Empecé a asociar la feminidad con rasgos negativos. Conformarse con eso fue fácil hasta que empecé a cuestionar mi sexualidad y cómo encajo en la comunidad gay. Había interiorizado el mensaje de que la homosexualidad es errónea e indeseable. 

Tratar de salir en la comunidad LGBTQ era una capa de presión añadida: algunas razas se consideran más deseables; la masculinidad es más deseable que, digamos, una persona que se presenta femenina. Pasé de las presiones internalizadas a las externas. 

Cuando estudié ciencias biomédicas, empecé a ver el cuerpo en términos de las funciones que tiene. Me sentí agradecido por las cosas que mi cuerpo hace por mí. En lugar de ser crítico, empecé a apreciar que soy capaz de tener un cuerpo. 

Acabo de terminar mi maestría en salud pública, que pone un fuerte énfasis en los determinantes sociales de la salud. Es tan fácil para la gente minimizar el viaje de una persona y su salud a, "Si quieres verte mejor, depende de ti". Las personas no consideran como factor la situación socioeconómica, el acceso a la atención de la salud, el acceso a una alimentación adecuada o la crianza.

Cuando empecé a aprender más sobre quién soy y mi identidad, me di cuenta de cómo todas esas cosas influían en mis propias percepciones. Fue entonces cuando empecé a cambiar. En lugar de tratar de suprimir partes de mí mismo, empecé a amarme a mí mismo por lo que soy como individuo. No quiero esconderme y no quiero sentir más culpa o vergüenza sobre quién soy y cómo me veo.




Kasha Blu, madre

"Todavía estoy trabajando mucho, pero creo que aún debes festejarte en medio de tu lucha".




Durante gran parte de mi vida, no me festejé a mí mismo en absoluto - pasé mucho tiempo avergonzándome y rechazándome a mí misma. Experimenté una agresión sexual a una edad muy temprana, y luego sucedió de nuevo cuando era adolescente. No creo que realmente me tomé el tiempo para procesar esas experiencias. Estás creciendo, y el mundo te dice que todos estos cambios que le suceden a tu cuerpo son positivos - pero estaba reforzando todas las cosas que hacían que el mundo se sintiera realmente peligroso, y todas las cosas que yo quería ocultar.

Me lancé a las drogas, al alcohol, a la gente solitaria, a cualquier cosa. Pensé, "Si puedo romantizar esta oscuridad en la que estoy, entonces esta es toda mi historia, mi narrativa." Poco sabía, estaba enmascarando mucho, engañándome a mí misma al pensar que las cosas que me perjudicaban tenían poder.

Tener a mi hijo me abrió los ojos. Dar a luz a un humano, pensé, te cambiaría por poderes. Mirando hacia atrás, creo que necesitaba darme una razón para cambiar, no sentía que era suficiente para mí para cambiar por mí misma.

Para alguien como yo, que experimenta ansiedad social y depresión y que todavía está trabajando en el trauma, criar hijos es un poco diferente. Sentir la presión de vincularse con tu hijo y ser feliz, y no materializarse de esa manera, es tan mortificante. Es como, "¿Dónde están las chispas? ¿Dónde está el sol?" El nivel de culpa es una locura, puede sentirse como si te llevaras a tu hijo contigo. Para superarlo, tienes que aprender a perdonarte a ti mismo cada día. Es la única manera de poder avanzar y no caer en un agujero más oscuro. 

Después del embarazo, pensé que iba a tener este glorioso y voluptuoso cuerpo de madre. En cambio, perdí totalmente el apetito y caí muy fuerte en la depresión posparto. Había bajado a la piel y los huesos. Me siento súper extraña en mi cuerpo ahora mismo - y me siento casi culpable por decir eso, porque ahora mismo, estoy bastante sana. Es un lugar un poco extraño para estar, pero estoy aprendiendo a amar a mi cuerpo y a darle todo lo que necesita, incluyendo retroalimentación positiva y energía. 

Mi cuerpo ha hecho cosas increíbles. Ha creado un humano. Me ha mantenido vivo durante casi 30 años. Todavía estoy trabajando mucho, pero creo que deberías celebrarte a ti misma en medio de tu lucha.

Para mí, hacer este rodaje es decirme "Te amo" a mí misma, y no poder retractarme. Creo que es hora de que mi espíritu abrace mi yo físico y lo trate con amabilidad y bondad y dulzura, y lo alimente y sea paciente con él y lo ame a través de cada forma, tamaño, cambio de humor, lo que sea. Este es mi gran gesto. Es decir, "Lo siento, empecemos de nuevo".




Kayla Logan, defensora de la positividad corporal y la salud mental.
"Estaba promoviendo amar tu cuerpo en todos los tamaños, pero todavía me odiaba".




Soy una defensora de la positividad corporal, pero no empecé así. Fui un jugadora de fútbol competitivo cuando era más joven, y cuando era adolescente y tenía 20 años, hice algunas cosas muy dañinas para perder peso y mantenerme delgada. Luché contra los atracones y las purgas con laxantes. Me llevó hasta los 30 años darme cuenta de que había luchado contra un trastorno alimentario toda mi vida.

En los últimos años, aumenté más de 100 libras. Lidié con la ansiedad, el TDAH y la depresión, y cuando subí de peso, la depresión se volvió muy severa - no salía de mi casa durante seis meses. Creía tan firmemente que mi tamaño estaba directamente relacionado con mi autoestima y mi felicidad. La cultura de la dieta estaba firmemente arraigada en mí - para mí y mi familia, delgado significaba saludable. Recuerdo haberles dicho: "Prefiero estar muerto que gordo".

Decidí que intentaría perder peso; durante ese proceso, posaría en ropa interior en lugares emblemáticos de Toronto y en cualquier otro lugar al que viajara, para mostrar que eres hermosa en todas las formas y tamaños, pero también para documentar la pérdida de peso.

Fui a Nueva Escocia y posé frente al faro de Peggy's Cove. Fue liberador, pero también me hizo darme cuenta de que era una hipócrita: Promovía el amor a tu cuerpo en todos los tamaños, pero aún así me odiaba a mí misma. Cuando tenía una talla 2 pensaba que estaba gorda, y con una talla 18, seguía sintiendo lo mismo - el tema era mi relación con mi cuerpo, no mi talla. Decidí que iba a hacer algo que nunca pensé que tenía la fuerza para hacer: Iba a dejar la dieta, y trabajar en aprender a amarme a mí mismo en su lugar.

Ahora, un año después, estoy más segura de mí mismo que nunca. Me costó desnudarme en público - la peor pesadilla de la mayoría de la gente - y ser la más vulnerable que podía ser para convertirme en la versión más poderosa de mí misma. 

Quería que otros humanos pudieran celebrar sus cuerpos de esta manera. La gente empezó a preguntarme si podían unirse a las sesiones de fotos, así que decidí que conduciría a través de América del Norte y celebraría las sesiones. En diciembre, crucé el puente de Brooklyn en ropa interior con otras 200 personas como parte de la pasarela real. Desnudarse en público en calzoncillos es angustioso, pero también es la cosa más poderosa que he hecho. 


No soy un ser humano menos por mi peso. Tu peso no te define, tú decides quién eres como persona. Y me gusta quién soy.










Traducción realizada con el traductor www.DeepL.com/Translator