sábado, 26 de septiembre de 2020

¿El fin de las playas nudistas?

Después de un verano difícil y diferente a todos los anteriores como consecuencia de la pandemia de Covid 19 en el que, más que nunca, las playas nudistas han sido invadidas por textiles, queremos compartir este fantástico artículo de Xavier Rius Sant, publicado en "elTriangle".

En el artículo argumenta algunas de las causas de este problema en las playas de Cataluña y Baleares, que podrían ser comunes a otros sitios, aunque según la idiosincrasia del lugar, también se podrían añadir otras diferentes y vuelve a poner de manifiesto la necesidad de que los ayuntamientos rotulen el carácter nudista de la playa además de que, sería necesario y deseable, que la gente que acude a ellas respetara, como hacía antaño, el carácter nudista de esas playas. 

Esperamos que os guste el artículo y que, si os apetece, comentarais otros motivos de este problema y cómo creéis que se podría frenar.






En Catalunya, las Baleares y toda la costa del litoral mediterráneo hay o había muchas playas y calas donde desde finales de los años setenta se practica nudismo. Práctica que se fue extendiendo y para algunos forma parte de una filosofía de vivir, para otros una cuestión de simple sentido común. Del mismo modo que cuando te duchas no lo haces con ropa interior, tampoco tiene sentido bañarte en el mar y tomar el sol con un prenda de ropa.




En Catalunya y las Baleares se popularizó la práctica del nudismo en un momento en que la presión turística y la ocupación de las playas era menor a la de los últimos años. El nudismo se normalizó en muchas calas, a menudo más apartadas y parte de muchas playas largas gracias a turistas extranjeros, sobre todo nórdicos y alemanes, países en los que hay una práctica habitual del baño desnudo en colectividad en saunas, lagos y ríos. Y también gracias a muchos jóvenes de aquí considerados hippies y a seguidoras de ideas ecologistas, libertarias y de la izquierda menos ortodoxa. En la Costa Brava se implantó en calas más apartadas o en tramos más alejados de los aparcamientos de las playas largas. Y tanto en Menorca como en Ibiza y en Formentera se extendió por toda la isla. Y afortunadamente el nudismo se popularizó entre mucha gente de todos los sectores e ideologías.






Las playas nudistas ya no eran sólo las más alejadas del casco urbano o aquellas en las que tenías que andar un buen rato. A veces, playas muy concurridas eran nudistas a partir de una determinada roca que hacía de separación que unos y otros respetaban. Y era normal que muchos practicantes del nudismo iban acompañados de personas que no lo hacían. Quiero decir que no pasaba nada si había alguien en bañador con un grupo de nudistas, a menudo adolescentes o algún familiar vergonzoso. Y en muchos municipios los ayuntamientos lo señalizaron, e incluso las policías municipales podían hacer de vez en cuando un servicio para echar a los mirones ocasionales.




En las playas nudistas también se daban tres hechos vinculados al gran respeto con que se practica. Habitualmente son o eran mucho más tranquilas, aunque estuvieran muy concurridas. Es o era habitual ver desnudas a mujeres con mucha obesidad que se bañaban y tomaban el sol sin ropa, sin sentirse enjuiciadas ni criticadas, con un respeto que quizás no sentirían si iban en bikini a la playa llamada textil. Y también había muchos homosexuales desnudos que se podían abrazar dentro del agua o darse un beso estirados en la toalla con la misma normalidad que lo hacían las parejas heterosexuales, sin tener que oir reproches como que no se hicieran besos allá porque había niños.




Pero si la masificación y las barcas fue arrinconando y eliminando el nudismo en gran parte de Menorca, la sustitución en Formentera del turismo alemán y nórdico por el italiano, expulsó esta práctica en un par de veranos. No quiero decir que no hubiera italianos que hacían nudismo, pero era una tipología de turista que habitualmente iba en familia o sin buscar un rebaño al que juntarse al llegar el primer día al hotel.




La escena en Formentera era esta. En una cala de unos cien metros de largo había una veintena de personas, la mayoría desnudas o los nudistas en una banda y los textiles en la otra. Y llegaban en poco tiempo a media mañana una treintena de parejas italianas en moto, que muchos de ellos se acababan de conocer en el hotel y habían acordado ir en grupo a aquella playa. Los hombres todos con bañadores largos, y las mujeres todas en bikini, sin hacer ninguna de ellas ni siquiera topless. Llegaban con un gran griterío, empezaban a jugar a pelota molestando, algunos llevaban aparatos de música, y si iban hombres sólos no tenían ningún problema para ponerse junto a mujeres que hacían nudismo. Y, poco a poco unos nudistas se iban hacia las rocas, otros se ponían el bañador y muchas mujeres la parte de abajo del bikini.




Como el nudismo era una práctica que crecía en Catalunya y además atraía a un tipo de turista tranquilo y respetuoso, en muchas localidades catalanas, a menudo a petición de los usuarios locales, se impulsó que hubiera alguna playa nudista señalizada en el municipio. En Barcelona en 1997 el Ayuntamiento creó una playa nudista en la Mar Bella, levantando una duna con vegetación que separara visualmente el paseo de la gente que se bañaba y tomaba el solo desnuda, y resultó ser un éxito. Pero siete años más tarde el consistorio tomó un decisión que dio una estocada de muerte a aquella playa urbana como zona nudista. Confundiendo el hecho de que entre los nudistas hay usuarios gays que hacen nudismo sin sentirse criticados, otorgó la concesión del chiringuito de aquella playa a un bar de ambiente gay que pasó a formar parte del circuito gay internacional de Barcelona. Y de golpe y porrazo la playa fue invadida cada día por centenares de homosexuales masculinos extranjeros con bañador de última tendencia, que iban allí como lugar para conocer gente. Y pasó de ser una playa de hombres y mujeres, también familias y niños que hacían nudismo, a ser una playa casi exclusiva de hombres, la mayoría gays y con bañador "mirando si me miras".




Pero la estocada que están viviendo ahora las playas de tradición nudista, es que mientras hace diez o treinta años se respetaban, quiero decir que no eran ocupadas por familias, parejas y grupos de jóvenes no nudistas, desde hace unos cuatro o cinco años playas históricamente nudistas, como la cala de Illa Roja en Begur y Palss, la Cala Bona o Waikiki en Tarragona y buena parte de las playas nudistas de la Costa Brava y todo el litoral catalán, a pesar de estar indicadas como playas nudistas, están siendo ocupadas masivamente por grupos, familias y personas y grupos que llegan en barca que no hacen ni nudismo ni topless. Y este año con la Covid-19, la situación ha empeorado. No han venido los turistas extranjeros que sí hacían nudismo e iban a aquel playas a hacerlo, y tampoco han venido los turistas europeos que no hacen nudismo y por tradición cultural acostumbran a respetar las indicaciones. Y si no pensaban hacer nudismo no iban a las playas señalizadas nudistas. Y se ha dado el hecho que muchas de las playas señalizadas nudistas han sido invadidas masivamente por familias autóctonas y grupos de jóvenes que no hacen ni nudismo ni topless.




Esta problemática tiene una difícil solución dado que mientras sí se puede sancionar a quien se baña desnudo en una playa no nudista, no hay ningún marco legal para prohibir ir en bañador a una playa nudista. El Síndic de Greuges, Rafael Ribó, después de estudiar la problemática a petición de las asociaciones naturistas, pidió a los ayuntamientos que señalen y rotulen más claramente las playas nudistas. Pero con esto no hay suficiente, porque para muchas familias, grupos de jóvenes y de homosexuales masculinos que no hacen nudismo, mola mucho ir en grupo a las playas nudistas. Y un servidor que hace nudismo, sintiendo comentarios de grupos familiares y de grupos de hombres gays que no hacen nudismo, sobre "aquella gorda en bolas con la barriga colgando", sobre aquellos "que van depilados" o sobre aquellos "que no van depilados", añoro aquellos dos o tres mirones autóctonos de edad avanzada o inmigrantes que se ponían en las rocas del fondo a mirar, y te hacían pensar que la especie humana, con los años y con más educación, evolucionaba.

Xavier Rius Sant
Periodista freelance y escritor catalán, especializado en temáticas de derechos humanos, conflictos internacionales, mundo árabe, inmigración, ultraderecha y terrorismo.


Fuente: https://www.eltriangle.eu/es/opinion/el-fin-de-las-playas-nudistas_107125_102.html

Las fotografías no pertenecen al artículo y proceden de google, si encuentras una tuya y no quieres que esté en nuestro blog, avísanos y lo eliminaremos.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

El desnudo en el arte. Esos locos bajitos.


Siguiendo con la serie de artículos referidos al desnudo en el arte hoy le ha tocado el turno a “esos locos bajitos” que cantaba Serrat.
LA RISA DEL MAR Rebolledo, Benito (1880-1964) 1908
LA RISA DEL MAR
Benito Rebolledo
1908

Es bastante complicado encontrar pinturas de niños y niñas desnudos, supongo porque no es, en el mercado del arte, pintura que pueda venderse fácilmente. Por otro lado, pesan mucho también los prejuicios y las reticencias a meterse en estos terrenos pantanosos que siempre puede conducir a malas interpretaciones. 


Así y todo tenemos grandes artistas que se han atrevido con el tema con resultados sublimes, es el caso de Joaquín Sorolla a quién hemos recurrido en numerosas ocasiones para ilustrar nuestros artículos, porque refleja claramente la esencia de la libertad de ir desnudos en situaciones lógicas y cotidianas.

CHICO EN LAS ROCAS, JAVEA
Joaquín sorolla
1905
Tengo la suerte de contar en mi grupo de amigos a familias jóvenes con niños pequeños y cada vez que tenemos la oportunidad de compartir unos días juntos, disfrutando de la amistad que nos une, es una maravilla ver como los niños y niñas se lo pasan a lo grande estando desnudos al igual que los mayores.

Ellos han nacido y crecido en familias nudistas y es lo más natural del mundo compartir los juegos con sus amigos con la total libertad que les da el ir sin ropa. No se lo piensan, están esperando ansiosos el momento de encontrarse con sus amigos y jugar y reír con otros niños que en este entorno también van desnudos. No hay pudores, no hay vergüenzas, sus cabecitas están libres de toda esa carga represora en lo referente a sus cuerpos que ya se encargará la sociedad de inculcarles. Pero los niños que nacen y crecen en familias nudistas ya van vacunados contra esos complejos, y si quizá en la adolescencia vuelven a lo textil, siempre defenderán que nada tiene de malo el nudismo.

CHILDREN BATHING
John Singer Sargent

Como dice Macarena en el artículo: A la playa en familiaA los niños todas esas cargas morales que tenemos instaladas los adultos les importan poco, siempre que no se las hayamos instalado nosotros en sus cabezas.”  Ellos solo quieren jugar, y ser niños y si han crecido en un entorno donde el ir sin ropa no es algo que se relacione con algo malo ni pecaminoso no lo entienden como tal.

NIÑOS JUGANDO CON CANGREJOS
Thomas Pollock Anshutz



Algunos artículos se han escrito en este blog y en otras publicaciones sobre las cargas morales que arrastramos por el hecho de pertenecer a una sociedad que se rige por normas históricamente establecidas. Son normas que aceptamos o no los adultos para poder convivir en sociedad. Algunas son fundamentales para una buena convivencia, otras son relativas y afectan a la libertad de cada individuo a vivir como más le guste. Si a nuestros niños y niñas les demostramos con el ejemplo que nuestros cuerpos no tienen nada de malo ni pecaminoso ellos crecerán con esa idea y aunque luego la vida les haga elegir, lo harán sobre la base firme de no avergonzarse de sus cuerpos.

NIÑO DESNUDO EN LA PLAYA
John Singer Sargent

Pero el propósito de este artículo es indagar un poco en la pintura que exprese estos conceptos y formas de entender la libertad de ir sin ropa desde la mas tierna infancia.

Especial atención quiero dedicar al pintor Benito Rebolledo Correa, Chile (1880-1964) que he descubierto en esta búsqueda. Su obra se ha vinculado muy estrechamente al estilo de Sorolla.

INES
Benito Rebolledo 

NIÑOS EN LA PLAYA DE CORREA
Benito Rebolledo 

LA BAÑISTA DE CORREA
Benito Rebolledo 

LA BRISA DEL MAR
Benito Rebolledo 

Espero que la selección que he elegido os guste y disfrutéis tanto como yo de esas magníficas pinturas.

Quique

Fuentes: Todas las imágenes están sacadas de Google.

domingo, 6 de septiembre de 2020

Ama tu cuerpo 2020. Descubriendo todo para la positividad corporal. (II parte)

Continuamos con las declaraciones restantes publicadas para la quinta edición anual de Love Your Body  en la revista Toronto's Now, con un espíritu de positividad corporal.


Roxy Menzies, instructora de movimiento corporal
"Un día, mi hija mirará esta foto y se dará cuenta de que ella también está allí".




Tengo 37 semanas de embarazo de una hija. Me maravilla lo que mi cuerpo está pasando, de lo que es capaz, la fuerza que posee y la vulnerabilidad que tiene. En el pasado, me sentía más cohibida por mi tamaño, mi trasero o cómo me vería en algo. Pero con el embarazo, me he dado cuenta de que hay cosas más importantes que preocuparse por el aspecto.

Hace tres años, tuve una pérdida a las 20 semanas. En ese momento, sentí que mi cuerpo nos había defraudado a mí y a mi hijo. Lo vi tomar su primer y último aliento. Aunque sólo estaba embarazada de cinco meses, tu cuerpo se aferra al embarazo por un tiempo.

Hoy en día es más común que las mujeres hablen sobre la pérdida del embarazo o la infertilidad, pero incluso los familiares y amigos cercanos se sienten incómodos o evitan el tema. En ese momento, me encontraba en un ambiente que tenía una actitud de "Supéralo y sigue adelante", y fue literalmente sólo un par de meses después de que ocurriera. Era un sentimiento de aislamiento y, mirando hacia atrás, desearía haber buscado más apoyo. 

Aunque este embarazo va muy bien, tenía mucho miedo, especialmente al principio. Siempre daba un suspiro de alivio en cada cita cuando todo estaba bien. El miedo es cada vez menor, pero siempre está presente en el fondo de mi mente. Por eso me hablo a mí misma de confiar en mi cuerpo, confiar en mi hija y confiar en el universo y en Dios. No es fácil, ya que parte de esa confianza se sintió rota hace tres años. 

Solía ser una bailarina profesional e iba a clases de baile incluso con ocho meses de embarazo. Se lo decía a los profesores de antemano y podía ver el miedo en sus ojos. Pensaban que iba a dar a luz en su clase. Pero yo sólo quería mover mi cuerpo. Era divertido ver lo que todavía podía hacer y lo que no podía hacer. Quería aprovechar cada oportunidad para explorar cómo es este cuerpo, aceptando todos los cambios. 

Un día mi hija mirará esta foto y se dará cuenta de que ella también está en ella. Puede que piense: "¡Vaya, mi madre estaba un poco loca!" pero espero que también la inspire en su camino hacia una relación física y emocional saludable con su cuerpo.

Todo el asunto de la "imagen corporal" nunca se termina. Es un trabajo en progreso. Pero espero que mi hija, y todas las demás chicas que vengan, sean aún más fuertes.




Juan Medina, profesional de salud pública.
"No quiero esconderme y no quiero sentir más culpa o vergüenza sobre quién soy y cómo me veo".




Siempre he sentido culpa y vergüenza en mi cuerpo. Eso tiene que ver con los diferentes mensajes que recibí mientras crecía, ya sea de mi cultura, mi religión o de mis compañeros que tenían cosas negativas que decir sobre mi apariencia. Al tratar de entender mi sexualidad, todo se mezcló para crear esta terrible percepción de mí mismo. 

Cuando empecé a tratar de entender todas las diferentes facetas de mi identidad, me di cuenta de que había conectado muchas de ellas a la imagen corporal. 

Uno de los recuerdos más fuertes que tengo fue a los tres años. Experimenté quemaduras de tercer grado en la parte superior de mis muslos y en la sección media. Corría por la cocina, me tropecé con una estera, golpeé la estufa y una olla de agua hirviendo se volcó y cayó sobre mí. 

Recuerdo que siempre miraba mis cicatrices y me sentía culpable por el dolor y la angustia que les causaba a mis padres. Tengo una hermana gemela, y mis padres tuvieron que dividir su tiempo entre las ciudades porque me llevaron a un hospital en un lugar diferente. 

Ser latino conlleva un énfasis en la masculinidad, tanto por tener un tipo de cuerpo ideal como por no mostrar debilidad o emoción. Empecé a asociar la feminidad con rasgos negativos. Conformarse con eso fue fácil hasta que empecé a cuestionar mi sexualidad y cómo encajo en la comunidad gay. Había interiorizado el mensaje de que la homosexualidad es errónea e indeseable. 

Tratar de salir en la comunidad LGBTQ era una capa de presión añadida: algunas razas se consideran más deseables; la masculinidad es más deseable que, digamos, una persona que se presenta femenina. Pasé de las presiones internalizadas a las externas. 

Cuando estudié ciencias biomédicas, empecé a ver el cuerpo en términos de las funciones que tiene. Me sentí agradecido por las cosas que mi cuerpo hace por mí. En lugar de ser crítico, empecé a apreciar que soy capaz de tener un cuerpo. 

Acabo de terminar mi maestría en salud pública, que pone un fuerte énfasis en los determinantes sociales de la salud. Es tan fácil para la gente minimizar el viaje de una persona y su salud a, "Si quieres verte mejor, depende de ti". Las personas no consideran como factor la situación socioeconómica, el acceso a la atención de la salud, el acceso a una alimentación adecuada o la crianza.

Cuando empecé a aprender más sobre quién soy y mi identidad, me di cuenta de cómo todas esas cosas influían en mis propias percepciones. Fue entonces cuando empecé a cambiar. En lugar de tratar de suprimir partes de mí mismo, empecé a amarme a mí mismo por lo que soy como individuo. No quiero esconderme y no quiero sentir más culpa o vergüenza sobre quién soy y cómo me veo.




Kasha Blu, madre

"Todavía estoy trabajando mucho, pero creo que aún debes festejarte en medio de tu lucha".




Durante gran parte de mi vida, no me festejé a mí mismo en absoluto - pasé mucho tiempo avergonzándome y rechazándome a mí misma. Experimenté una agresión sexual a una edad muy temprana, y luego sucedió de nuevo cuando era adolescente. No creo que realmente me tomé el tiempo para procesar esas experiencias. Estás creciendo, y el mundo te dice que todos estos cambios que le suceden a tu cuerpo son positivos - pero estaba reforzando todas las cosas que hacían que el mundo se sintiera realmente peligroso, y todas las cosas que yo quería ocultar.

Me lancé a las drogas, al alcohol, a la gente solitaria, a cualquier cosa. Pensé, "Si puedo romantizar esta oscuridad en la que estoy, entonces esta es toda mi historia, mi narrativa." Poco sabía, estaba enmascarando mucho, engañándome a mí misma al pensar que las cosas que me perjudicaban tenían poder.

Tener a mi hijo me abrió los ojos. Dar a luz a un humano, pensé, te cambiaría por poderes. Mirando hacia atrás, creo que necesitaba darme una razón para cambiar, no sentía que era suficiente para mí para cambiar por mí misma.

Para alguien como yo, que experimenta ansiedad social y depresión y que todavía está trabajando en el trauma, criar hijos es un poco diferente. Sentir la presión de vincularse con tu hijo y ser feliz, y no materializarse de esa manera, es tan mortificante. Es como, "¿Dónde están las chispas? ¿Dónde está el sol?" El nivel de culpa es una locura, puede sentirse como si te llevaras a tu hijo contigo. Para superarlo, tienes que aprender a perdonarte a ti mismo cada día. Es la única manera de poder avanzar y no caer en un agujero más oscuro. 

Después del embarazo, pensé que iba a tener este glorioso y voluptuoso cuerpo de madre. En cambio, perdí totalmente el apetito y caí muy fuerte en la depresión posparto. Había bajado a la piel y los huesos. Me siento súper extraña en mi cuerpo ahora mismo - y me siento casi culpable por decir eso, porque ahora mismo, estoy bastante sana. Es un lugar un poco extraño para estar, pero estoy aprendiendo a amar a mi cuerpo y a darle todo lo que necesita, incluyendo retroalimentación positiva y energía. 

Mi cuerpo ha hecho cosas increíbles. Ha creado un humano. Me ha mantenido vivo durante casi 30 años. Todavía estoy trabajando mucho, pero creo que deberías celebrarte a ti misma en medio de tu lucha.

Para mí, hacer este rodaje es decirme "Te amo" a mí misma, y no poder retractarme. Creo que es hora de que mi espíritu abrace mi yo físico y lo trate con amabilidad y bondad y dulzura, y lo alimente y sea paciente con él y lo ame a través de cada forma, tamaño, cambio de humor, lo que sea. Este es mi gran gesto. Es decir, "Lo siento, empecemos de nuevo".




Kayla Logan, defensora de la positividad corporal y la salud mental.
"Estaba promoviendo amar tu cuerpo en todos los tamaños, pero todavía me odiaba".




Soy una defensora de la positividad corporal, pero no empecé así. Fui un jugadora de fútbol competitivo cuando era más joven, y cuando era adolescente y tenía 20 años, hice algunas cosas muy dañinas para perder peso y mantenerme delgada. Luché contra los atracones y las purgas con laxantes. Me llevó hasta los 30 años darme cuenta de que había luchado contra un trastorno alimentario toda mi vida.

En los últimos años, aumenté más de 100 libras. Lidié con la ansiedad, el TDAH y la depresión, y cuando subí de peso, la depresión se volvió muy severa - no salía de mi casa durante seis meses. Creía tan firmemente que mi tamaño estaba directamente relacionado con mi autoestima y mi felicidad. La cultura de la dieta estaba firmemente arraigada en mí - para mí y mi familia, delgado significaba saludable. Recuerdo haberles dicho: "Prefiero estar muerto que gordo".

Decidí que intentaría perder peso; durante ese proceso, posaría en ropa interior en lugares emblemáticos de Toronto y en cualquier otro lugar al que viajara, para mostrar que eres hermosa en todas las formas y tamaños, pero también para documentar la pérdida de peso.

Fui a Nueva Escocia y posé frente al faro de Peggy's Cove. Fue liberador, pero también me hizo darme cuenta de que era una hipócrita: Promovía el amor a tu cuerpo en todos los tamaños, pero aún así me odiaba a mí misma. Cuando tenía una talla 2 pensaba que estaba gorda, y con una talla 18, seguía sintiendo lo mismo - el tema era mi relación con mi cuerpo, no mi talla. Decidí que iba a hacer algo que nunca pensé que tenía la fuerza para hacer: Iba a dejar la dieta, y trabajar en aprender a amarme a mí mismo en su lugar.

Ahora, un año después, estoy más segura de mí mismo que nunca. Me costó desnudarme en público - la peor pesadilla de la mayoría de la gente - y ser la más vulnerable que podía ser para convertirme en la versión más poderosa de mí misma. 

Quería que otros humanos pudieran celebrar sus cuerpos de esta manera. La gente empezó a preguntarme si podían unirse a las sesiones de fotos, así que decidí que conduciría a través de América del Norte y celebraría las sesiones. En diciembre, crucé el puente de Brooklyn en ropa interior con otras 200 personas como parte de la pasarela real. Desnudarse en público en calzoncillos es angustioso, pero también es la cosa más poderosa que he hecho. 


No soy un ser humano menos por mi peso. Tu peso no te define, tú decides quién eres como persona. Y me gusta quién soy.










Traducción realizada con el traductor www.DeepL.com/Translator






miércoles, 26 de agosto de 2020

Ama tu cuerpo 2020. Descubriendo todo para la positividad corporal. (I parte)

Todos los años, la revista Toronto's Now demuestra que todos los cuerpos son buenos con su número Love Your Body .



En él, un grupo diverso de personas posa desnudo y habla sobre sus relaciones con sus cuerpos, todo en un espíritu de positividad corporal.

Para la quinta edición anual de Love Your Body de NOW, invitaron a ocho personas a desnudarse (literal y emocionalmente) y compartir cómo es la vida en su piel.

Sus historias prueban que el amor propio es un viaje complejo y continuo; que la confianza y la autoestima a menudo pueden provenir de lugares sorprendentes e improbables; y que nunca es un mal momento para aprender a celebrarse.

Leisse Wilcox, oradora, presentadora de podcast, coach de vida
"(Mi diagnóstico de cáncer de mama) reinició la relación que tuve conmigo misma".



Mi diagnóstico de cáncer de mama fue, en realidad, una experiencia muy positiva. Esa declaración molesta a mucha gente, ¡pero lo fue! Me llevó a través de esta madriguera de conejo a enfrentarme a todo tipo de cosas oscuras en mí mismo que había estado evitando subconscientemente. 

En mi profesión, utilizo el término "alquimia emocional" - para tomar algo que es oscuro y pesado y convertirlo en algo bello y únicamente tuyo. El cáncer era una especie de pináculo de eso. Recuerdo estar en el piso del salón, gritando: "¿Qué carajo voy a hacer? ¿Cómo voy a superar esto?" Y oí una vocecita que decía: "Vas a hacer esto hermoso".

Hice la quimio con mucho propósito en mi vida. Escribí una propuesta de libro de principio a fin mientras estaba en tratamiento. Pude lanzar un podcast porque tenía mucho tiempo para sentarme y estar conmigo mismo. Reinició la relación que tenía conmigo mismo. 

Antes del diagnóstico, había pasado por algunos altibajos menores con la imagen corporal. En el momento en que encontré el bulto, pensé: "Dios mío, si esto no es cáncer, nunca más me quejaré de mi cuerpo". Yo estaba como, "Tengo este cuerpo sano que me permite hacer todas las cosas que necesito - ¿por qué me quejaría?" Pero no me di cuenta de que había escondido el autojuicio y la vergüenza basados en la ausencia de autoestima.

Cuando tomé la decisión de no tener una reconstrucción de mama, fue muy, muy difícil. Parte de eso fue hacer un gran trabajo emocional para aceptarme a mí misma incondicionalmente, sin importar mi apariencia.

Estaba realmente hambriento de imágenes hermosas de mujeres que también se habían hecho mastectomías. Nikki McKean hizo una campaña con Knix, y yo estaba como, "Oh Dios mío, aquí está esta hermosa mujer - ¡me voy a ver así!" Era una redefinición de la belleza, y quería pagarla por adelantado. Ahora, cualquier oportunidad que tenga de compartir esa conciencia de cómo se ven los cuerpos y cómo se ven las personas de valor - que, alerta de spoiler, es todo el mundo - salto a la oportunidad.

Siempre tuve mucha confianza, pero una vez que me quedé calva y no tenía pechos, me di cuenta de que ya no tenía esta máscara de pelo largo, rubio y ondulado o tetas con doble D. Al principio pensé, "Si pierdo mi pelo y mis pechos, supongo que pierdo mi feminidad." Me desafió a profundizar: "Bueno, ¿qué diablos significa eso realmente? ¿Qué clase de historia estoy contando sobre mí aquí?"

Finalmente me di cuenta de que tenía que empezar a liderar con lo que yo era como persona. Ese fue un cambio dramático, entendiendo que yo, solo, soy suficiente.



Mackenzie Kundakcioglu, barbero
Lo perfecto no tiene un aspecto, una forma, una talla, una expectativa de género.



Crecí asignada al nacer en la clase media-alta de Etobicoke. En mi familia, había una expectativa muy específica de cómo se suponía que las mujeres debían lucir y actuar. En ese momento había expectativas sobre lo que debía y no debía hacer con mi cuerpo, en términos de promiscuidad y lo que debía llevar.

También luché con mi peso. Mis padres siempre controlaban las porciones, pero a medida que pasaba la pubertad no podía deshacerme de la gordura. Mi peso actual - 200 libras - y la forma en que mi cuerpo se ve ahora es como pensé que se veía cuando tenía 120 libras en la secundaria. Esa fue la dismorfia que mi entorno causó.

Día a día, sigo siendo hiperconsciente de lo que como. Al mismo tiempo, me siento más saludable porque sé cómo atraparme y decir: "Hoy comiste tres comidas". Eso sigue siendo mejor que comer dos, tener hambre y odiarse a sí mismo". Recordarme a mí mismo de comer en un horario regular es muy relajante. 

Salir como trans implicaba un desprendimiento de la esperada feminidad. Cuando dejé de afeitarme las piernas, hubo dos días de ansiedad, y en el tercero, me di cuenta de que a nadie le importa. Eso fue muy liberador. También tenía una idea de cómo me vería después de la transición que no resultó. Todavía soy muy pesada. La interacción entre la cerveza y la testosterona significó que el intestino de la cerveza llegó 30 años antes de lo que lo hace para la mayoría de los hombres de cis. Pasé por una subida, un valle muy profundo y luego me estabilicé. Todavía me estoy acostumbrando al equilibrio.

Soy afortunado de tener una mejor relación con mi madre. La veo luchando con los transfóbicos en los comentarios de las noticias del Toronto Star. Sé que todo lo que dice es algo que mi hermano o yo le enseñamos. Es alucinante cómo la gente puede seguir creciendo a pesar de estar tan acostumbrada a sus costumbres.

Me identifico como una persona trans masculina no binaria que usa sus pronombres. También me identifico mucho con la feminidad que solía intentar desprenderme.

Lo perfecto no tiene un aspecto, una forma, una talla, una expectativa de género. Me propuse usar un maquillaje pesado en mis fotos porque esa presentación de género me ayudó a sentirme cómoda. Quiero que todos se sientan igual de cómodos desafiando las expectativas sociales. No soy las partes de mi cuerpo que la gente quiere cambiar. Soy yo misma y cada parte de mí que ves es yo.



Maxx Daviid, modelo
"No es necesario tener una determinada constitución o una determinada imagen para poder modelar o mostrar su cuerpo".



Volé a Toronto desde mi casa en Washington, DC, para promover la positividad corporal. Por eso empecé mi página de Instagram: para amarme y expresarme y poner mi viaje en el mundo. 

Mi peso ha fluctuado a lo largo de los años. Pasé por una gran pérdida de peso que me ha dejado con la piel suelta que cuelga de mi pecho y mi estómago. Pero me quiero a mí mismo, grande y pequeño.

Mi lucha con el peso comenzó cuando era más joven. Pasé por muchas cosas: mi mamá me recetó medicamentos para ayudar a estabilizar mi estado de ánimo, pero también me llevó a aumentar de peso. Debido a la preocupación de mis médicos por mi salud, comencé mi primer viaje para bajar de peso.

Más tarde me diagnosticaron hipotiroidismo, que es cuando las sustancias químicas del cuerpo hacen que uno aumente de peso. Pasé de tener un peso saludable nuevamente a ser una persona con obesidad mórbida. Me sometí a una cirugía de bypass gástrico en junio de 2017 para ayudar a iniciar el proceso de bajar de peso.

Después de curarme de eso, inmediatamente comencé a ejercitarme de nuevo, esforzándome mucho en el gimnasio y construyendo músculo. Apenas unos meses después de la cirugía, me sentía confiado y bien en el lugar al que iba. Creé mi página de Instagram en septiembre de 2017 con un post que decía: "Inicio de un nuevo comienzo". Utilicé los medios sociales para marcar mis progresos y mostrar a la gente que no es necesario tener una cierta constitución o una cierta imagen para poder modelar o mostrar todo tu cuerpo en línea. 

Cuando era más joven, veía America's Next Top Model y siempre me gustó la moda. Me gusta empujar los límites artística y estéticamente. Mis mensajes son también una forma de expresarme, ya sea posando a la luz de las velas o con sangre espumosa y provocativa. 

Es una lucha mirarse a uno mismo, ver la piel suelta y saber que hay más trabajo por hacer. Quiero ver mi cuerpo de la mejor manera posible, y no quiero que mi exceso de piel se interponga en el camino de ver mi progreso, incluso si eso significa tener una cirugía estética para eliminarla. Una vez que tenga el dinero para ello, podré hacerme la cirugía. Pero no es algo por lo que me vaya a castigar.

Ahora tengo confianza en mí mismo. Salgo a fiestas y bares donde la gente está en ropa interior, sin camisa, lo que sea. No, no tengo el paquete de seis, pero no me importa.



Jaime Eisen, escritora, estratega de comunicaciones e intérprete de cámara
"Camming (shows sexuales a través de webcam) me permitió ver mi cuerpo desde una nueva perspectiva y recuperar el control sobre parte de mi identidad en un entorno seguro".



Empecé a grabar hace unos seis años. Siempre me ha interesado el trabajo del trabajo sexual y el debate legal moralista que lo rodea, y tenía amigos que eran trabajadores sexuales. 

En realidad me metí en ello porque durante una sesión de asesoramiento de grupo, alguien me sugirió que lo intentara después de ser violada. Me diagnosticaron TEPT y no podía mirarme desnuda porque veía bichos saliendo de mi vagina. Me metí en muchas situaciones sexuales inseguras. Trataba de entender lo que mi atacante veía en mí, y la única manera en que podía hacerlo era recreando la situación en la que él encontraba valor en mi cuerpo. 

La primera vez que me acampé, vi mi cuerpo como una cosa separada que no estaba conectada al trauma, y tuve la habilidad de experimentar placer. Se sentía realmente innovador. No me gusta hablar de "empoderamiento femenino" porque no creo que sea la palabra correcta, pero el camming me permitió ver mi cuerpo desde una nueva perspectiva y reclamar el control sobre parte de mi identidad en un entorno seguro. 

Me gusta decir que el camming es una mezcla entre el sexo telefónico y el porno. Pero a menudo no estás transmitiendo en vivo nada sexual. Sí, eso es lo que la gente viene a buscar, pero tú te acercas a tus clientes habituales. He tenido programas de cámaras donde sólo leo, hago karaoke o hago macarrones con queso. Es muy interesante ver cómo se forma una comunidad alrededor de ti y de tu cuerpo. Puede ser un lugar muy especial, pero también puede ser un lugar muy violento. 

Gran parte de la violencia proviene del estigma. Mucha gente combina el trabajo sexual y el tráfico, por lo que vemos leyes contra el tráfico sexual que empujan a las trabajadoras sexuales más al margen, forzándolas a encontrar trabajo de maneras más peligrosas. 

No me da vergüenza hablar de la defensa del trabajo sexual o de la violencia sexual. Camming es una parte de mi vida que nunca querría ocultar. Mi madre me sigue en Instagram. Publicaré un desnudo con algún mensaje político detrás y ella me enviará un mensaje: "Te amo, pero también te amo". Camming ha abierto muchas conversaciones entre yo y mi familia y amigos, y espero que haya ayudado a la gente en mi vida a abordar sus prejuicios.

Algunos días Camming me ha hecho sentir horrible, hay trolls y puedes tener mucho odio. No quiero ser como, "Hey todos los que han sido asaltados sexualmente - ¡vamos cam!" Es un trabajo y debe ser tomado en serio. 

A menudo no amo mi cuerpo. A veces odio mi cuerpo. A veces me aterroriza. A veces siento como si no estuviera allí en absoluto. Pero, de alguna manera, no importa cuán desconectado me sienta de mi cuerpo, sigue funcionando. Y estoy agradecida por eso. 



Para no hacer demasiado extensa esta aportación, continuará en una siguiente publicación.



Traducción realizada con el traductor www.DeepL.com/Translator




domingo, 16 de agosto de 2020

La Gomera y El Hierro, esas islas que no te deberías perder







Por una parte siempre he pensado que muchas de las experiencias que se cuentan y se publican, dejan de ser tuyas para pasar a ser del que las lee y las secunda, dejando en ese caso de pertenecerte plenamente. Pero por otra soy consciente de que compartirlas tiene su lado positivo, que no es sólo dar la oportunidad a los demás de que las disfruten, sino además animar o ayudar a comprender un estilo de vida diferente a todo el que no esté familiarizado con el nudismo. Ojalá, aunque sólo fuera un poco, sirviera también para normalizarlo.

No quiero dármelas de pionero, yo también he descubierto muchos lugares donde poder disfrutar de la naturaleza sin ropa gracias a cientos de artículos colgados en Internet, así que lo que os quiero contar hoy, son sólo algunas pinceladas de lo que para mí fue un viaje inolvidable desde el punto de vista de un nudista empedernido.

Para ser sincero, no conocía ninguna de las islas Canarias hasta que, con mi familia y un buen grupo de amigos (tres de ellos mantienen vivo este blog), aterricé en Tenerife el día antes de mi 49 cumpleaños… Fue una de las mejores experiencias de mi vida ¿alguno de vosotros ha coronado el Teide y se ha desnudado para una foto a 3.700 metros de altitud a las ocho de la mañana con vientos de 50 kilómetros por hora y sólo 1ºC de temperatura? Esa historia la dejaré para otra ocasión. Aquel viaje de 4 días me abrió los ojos hacia el archipiélago y en menos de un mes estaba de vuelta para conocer Lanzarote, esa vez sin ninguna compañía más que yo mismo. Tan buena fue la experiencia, que un año más tarde me decidí a visitar dos de las islas más pequeñas de las Canarias: El Hierro y La Gomera.  

Para poneros en antecedente, no soy de los que salen de su casa sin planificar nada, así que iba con un pellizco en la barriga y una mezcla entre excitación, incertidumbre y miedo. ¡Ni siquiera había podido informarme sobre las mejores playas nudistas!

La Gomera

Así que mientras esperaba el embarque en el aeropuerto me dediqué a investigar un poco, descubriendo muy decepcionado que tan sólo una está reconocida como de tradición nudista en La Gomera, la Playa del Inglés. En seguida esbocé una sonrisa porque casualmente el alojamiento que había reservado para las siguientes cuatro noches estaba en Valle del Rey y a sólo cinco minutos de ella, muy cerca del final del casco urbano, pero tras una pequeña caminata de un par de minutos más por un sendero, te encuentras ante una preciosa montaña con la playa a sus pies. 





De arena negra con partículas brillantes, tendrá unos 300 metros de longitud y en bajamar se agranda bastante más, eso sí, olas grandes y mar bastante peligroso, el baño debe tomarse cerca de la orilla porque las corrientes te arrastran, la resaca es fuerte y si te descuidas puedes llegar a experimentar un buen centrifugado. Al menos en octubre, el agua estaba a una temperatura estupenda. 
El ambiente es muy tranquilo, la gente respetuosa y se puede guardar bastante distancia si quieres intimidad. Conocí a una pareja joven e interesante del norte de España y a un holandés que había acabado comprándose una casa cerca, para vivir definitivamente su retiro en esta parte de La Gomera. 
Como está orientada al oeste, las puestas de sol son espectaculares, me acerqué un par de tardes después de mis excursiones para terminar de saborear el día antes de la cena.

Que en la isla no hubiera playas donde estar desnudo no era algo que me preocupara demasiado, antes de partir de vacaciones ya me veía disfrutando de ese placer en cualquier rincón que estuviera un poco apartado o solitario, así como recorriendo algún sendero de montaña, de hecho es lo primero que hice nada más llegar, informarme de los puntos de interés turístico y los senderos posibles para caminar. En el mismo Valle del Rey, concretamente en La Calera, hay un puesto de información donde me proporcionaron los mapas de las rutas y los horarios de los museos. 

El primer día hice dos rutas, la primera fue en el Alto de Garajonay, es bastante corta (apenas hora y media) y más turística que las otras, pero se alcanza el punto más alto de la isla y desde allí con una panorámica de 360 grados puedes divisar las islas de Tenerife, La Palma y El Hierro. 
Tras un breve almuerzo en el restaurante junto al Centro de Visitantes, hice un recorrido uniendo otras dos rutas: Las Creces y Raso de la Bruma, lo que me llevó cerca de cuatro horas, pero con bastantes paradas para fotografiar rincones espectaculares. 





Hacer estos recorridos fuera de la temporada alta te permite caminar a tu aire y cruzarte con muy poca gente. Obviamente era lo que buscaba, poder hacer kilómetros y kilómetros sin ropa, sólo mis sandalias de trekking (de las que últimamente prescindo a ratos también cuando el suelo es amable con mis pies) y mi equipo fotográfico, así que no dudé ni un segundo en despojarme de todo para caminar libremente.

A menudo me preguntan qué hago cuando me cruzo con otros senderistas en estos paseos. En toda la tarde sólo me crucé con gente en tres ocasiones. Una de ellas me cubrí con un pareo que suelo llevar a mano, en otra me tropecé con ellos tras una curva cerrada y cuajada de vegetación, estaban parados y en silencio, por lo que no pude advertir su presencia, así que no hubo tiempo de cubrirse, pero las reacciones fueron cordiales, como la gran mayoría de las veces: saludo, sonrisa y mirada tímida o giro de cabeza hacia el horizonte por discreción.

El último encuentro fue bastante divertido, una pareja se quedó parada seco en el sendero, justo antes de pasar por debajo de un tronco caído y casi en horizontal, donde yo posaba para una foto colgado tan flácidamente como si estuviera durmiendo una siesta. No vieron la cámara sobre el trípode a un lado en la ladera escarpada de la montaña y no entendían que estaba pasando, así que salí del letargo y los animé con mi mano a seguir el camino para que vieran que estaba vivo. Creo que la gente no está habituada a este tipo de situaciones... lo cierto es que a mí me suponía mucho llegar desde la cámara hasta ese punto del tronco en los 20 segundos que me permite el auto disparador, así que no quise estropear el momento del disparo para no tener que subir más veces de la cuenta.





Poco antes de que cayera la tarde llegué al Raso de la Bruma y me topé con una niebla tan espesa que bien hacía honor a su nombre, el bosque de laurisilva se tornaba mágico y misterioso. Aún se veía con bastante facilidad el sendero marcado, pero llegó un punto en el que tuve que abandonar la ruta circular para volver sobre mis pasos hasta el coche y evitar perderme. Caminar desnudo entre la niebla era algo que nunca había experimentado, es una sensación bastante extraña, no hacía frío, prácticamente nada de aire, pero la humedad me hacía sudar como nunca y también me mojaba con las gruesas gotas que caían de los árboles. Tuve que proteger la cámara con un gorrito de ducha que llevo para estas situaciones. Acababas empapado en menos de cinco minutos, pero al menos la ropa permanecía seca en la mochila. 





El segundo día di una vuelta de reconocimiento por la parte oeste y norte de la isla tratando de descubrir otras playas aparte de las ya conocidas Playa del Inglés y Playa de la Calera (esta última textil) y cuando digo descubrir lo es en el amplio sentido, puesto que ni siquiera imaginaba cuando llegué lo accidentado de la orografía. La costa está formada mayormente por acantilados y la mayoría de las playas son bastante pequeñas y de difícil acceso, no existe una carretera que vaya bordeándola, si estás a nivel del mar, para ir a cualquier otro punto de la isla tienes que subir y subir hasta casi la cumbre, para volver a bajar y bajar hacia la playa de nuevo.

Así, curva tras curva y recreándome en los paisajes, los valles, las palmeras y esa luz tan bonita, llegué casi de casualidad a la playa de Vallehermoso, que se encuentra junto a un área recreativa con piscinas que cierra los miércoles, así que tuve la suerte de que ese día no había nadie en la zona y casi nadie en la playa tampoco. No me pude resistir a pasar un buen rato desnudo descansando y oyendo el rugido de las olas chocando contra las piedras y ya de paso, jugar con mi cámara tratando de capturar el mar con el efecto seda que se consigue con una muy larga exposición.





El día transcurrió recorriendo las carreteras y valles, pasando por pueblos como el de Vallehermoso o Tamargada para llegar hasta el Mirador de Abrante, desde donde esperaba poder visitar la famosa pasarela de cristal suspendida en el aire a unos cuantos metros de altura y desde donde se tiene una de las mejores vistas del Teide desde La Gomera, pero por la tarde cierra pronto en octubre y aunque sólo habían pasado unos minutos cuando llegué, ya no quedaba nadie en la zona, así que me conformé con verlo desde un par de curvas antes de llegar al mirador y por supuesto lo hice sin ropa, consiguiendo de paso la que para mí fue una de las mejores fotos del día y uno de los mejores momentos de relajación y soledad al desnudo.





He de reconocer que en muchas ocasiones, para conducir no suelo llevar más que un pareo cubriendo el asiento por si tuviera la necesidad de salir del coche, poder anudarlo rápidamente sin perturbar a quienes estén circulando cerca en ese momento. Eso sí, conduzco protegido con una camiseta protegiendo mi piel de la posible abrasión del cinturón en caso de accidente y siempre voy bien calzado. Donde las carreteras son solitarias y el tráfico es prácticamente nulo, desde luego no me lo pienso, pantalones fuera.

Ya de regreso al alojamiento, me adentré en la parte norte del Parque Nacional de Garajonay. El ambiente era un poco húmedo, los olores del bosque me llamaban y sentía la necesidad de formar parte de la tierra, así que paseé desnudo un buen rato por un sendero solitario hasta encontrar un lugar apropiado hacer una foto que transmitiera esa sensación… 






El tercer día lo quise dedicar a hacer una ruta de senderismo circular larga y con mucho desnivel, pero que pasaba por varios puntos de interés dentro del Parque Nacional de Garajonay. Preparé mi mochila con la cámara, el trípode, fruta, bocadillos, agua y algo de abrigo, porque aunque me gusta mucho estar desnudo, ya se sabe que la montaña es imprevisible y no es lo mismo un recorrido corto, que pasar el día caminando.
Comencé con mi pantalón corto de deporte y una camiseta técnica, pero en menos de media hora ya me sobraban, así que a la mochila también. Como mi paso es bastante ligero, siempre era yo quien alcanzaba a los demás senderistas de la ruta, así que fue un día sin novedades en este sentido. Sólo mientras posaba en el interior de un tronco que parecía que lo había partido un rayo, pasó una pareja de mayores aparentemente del norte de Europa a los que había adelantado un buen rato antes y que me mostraron sus pulgares en señal de aprobación siguiendo el camino a su ritmo. 





La mitad del recorrido transcurría por bosque y en descenso de dificultad media, con cientos de escalones de piedra o madera, el resto como es lógico en ascenso, pero esta vez cercano a la carretera que atraviesa el parque aun lado y al otro ofreciendo panorámicas espectaculares como las de los roques tan famosos y característicos de la isla. ¿Quién puede negar el gran atractivo visual de la naturaleza y la orografía de esta isla? Alcanzar la vista del Roque de Agando desde el Mirador del Morro de Agando es tan impresionante que te deja casi sin respiración y no por las cuestas que debes subir, sino por su indudable belleza. Todo un premio tras cientos de metros de desnivel en sentido ascendente. 





Sin contar las paradas, caminé durante cinco horas salvando un desnivel de 683 metros. 
Poco antes de llegar al aparcamiento desde donde retornaría en coche hacia la playa del Inglés para descansar y disfrutar una vez más de la espectacular puesta de sol, me encontré con un puente de madera donde hice una de las fotos que más me gustaron ese día y que me sirve como despedida de esta primera parte del relato. 





El cuarto día que estuve en La Gomera, lo dediqué a hacer una excursión en barco para el avistamiento de cetáceos y a descansar igualmente en la playa antes de partir hacia la isla de El Hierro… 


Ángel.